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El cambio climático es una realidad que no puede ignorarse; se manifiesta cada vez más en fenómenos meteorológicos extremos que afectan a la vida humana, la economía y el medio ambiente. En los últimos años, las olas de calor, las inundaciones, los incendios forestales y los huracanes se han vuelto más frecuentes y graves, poniendo de manifiesto la vulnerabilidad de las infraestructuras y los activos físicos en diversos sectores. Estos fenómenos obligan a las empresas a invertir en estrategias de gestión de activos sostenibles y resilientes para garantizar la continuidad de su actividad y reducir su exposición a los riesgos climáticos.
Figura 1: Tipos de riesgos identificados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)1
Según Morningstar Sustainalytics -una plataforma que evalúa y clasifica el rendimiento medioambiental, social y de gobernanza (ESG) de empresas e inversiones-, los riesgos climáticos están aumentando significativamente, lo que lleva a las organizaciones a reconsiderar cómo gestionan sus activos para garantizar la resiliencia y la sostenibilidad a largo plazo. La organización ha publicado incluso un informe destinado a ayudar a los inversores a navegar por los riesgos relacionados con el cambio climático y desarrollar estrategias para alinear sus inversiones con la transición hacia una economía baja en carbono.
Para los inversores y las empresas, la presión para cumplir los objetivos de emisiones, el endurecimiento de la normativa, los debates políticos y los impactos físicos del cambio climático presentan incertidumbres y riesgos. Sin embargo, estos factores también representan oportunidades para invertir en soluciones que puedan contribuir a una economía mundial más justa y sostenible. Las soluciones van desde un uso más eficiente de los recursos hasta el desarrollo de tecnologías de energías renovables.
Mornigstar Sustainalytics "Navegar por los riesgos climáticos materiales en el mercado mundial de renta variable"
Otros estudios recientes demuestran que la exposición a los riesgos climáticos acarrea importantes pérdidas financieras. Por ejemplo, un informe de MSCI afirma que las empresas que no se adapten a esta realidad podrían ver caer drásticamente la valoración de sus activos, con repercusiones negativas en sus operaciones y beneficios.
Este escenario exige que las empresas respondan con rapidez y eficacia para minimizar los riesgos asociados al cambio climático.
Las catástrofes climáticas y meteorológicas han provocado pérdidas de miles de millones de dólares, incluidos daños y destrucción de inmuebles, que repercuten en las operaciones habituales de las empresas inmobiliarias y sus carteras, junto con la disminución del valor de los activos debido a la incapacidad de asegurar adecuadamente los inmuebles en zonas de alto riesgo por fenómenos meteorológicos extremos. Además, el incumplimiento de las normas reglamentarias sobre comportamiento medioambiental puede impedir que los edificios se vendan o alquilen.
Mornigstar Sustainalytics "Navegar por los riesgos climáticos materiales en el mercado mundial de renta variable"
Los sectores asegurador, inmobiliario y de infraestructuras son especialmente vulnerables al cambio climático. Los activos situados en zonas propensas a las catástrofes naturales se enfrentan a elevados riesgos, lo que dificulta cada vez más su aseguramiento. El informe de MSCI - 2024 Sustainability and Climate Trends to Watch - muestra cómo varias aseguradoras han abandonado zonas de alto riesgo, como Florida y California, donde la frecuencia e intensidad de las catástrofes naturales se intensifica cada año. Esta retirada aumenta la responsabilidad financiera de los propietarios de viviendas y suscita dudas sobre la viabilidad de las inversiones inmobiliarias y en infraestructuras en estas regiones. Esto revela cómo el sector de los seguros está reaccionando y adaptándose rápidamente al cambio climático, al tiempo que trata de proteger la sostenibilidad de su negocio.
Los datos del Banco Mundial, que analiza el impacto del cambio climático en infraestructuras críticas, especialmente en zonas urbanas y costeras, sugieren que el 70% de las infraestructuras mundiales deben adaptarse para soportar condiciones climáticas másextremas2.
Además, el IPCC subraya en su informe de evaluación (AR6) la importancia de las inversiones en infraestructuras resilientes, especialmente en las regiones costeras, para reducir los fallos en sistemas esenciales, como el transporte y las comunicaciones, debidos al aumento de los fenómenos meteorológicos extremos. Este documento también aborda las proyecciones de riesgo y las estrategias de mitigación para proteger las infraestructuras de las futuras amenazas climáticas.
La logística y la cadena de suministro son ámbitos que se enfrentan a retos únicos debido a los riesgos climáticos. El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos repercuten directamente en la productividad de los trabajadores, especialmente en los sectores que requieren trabajo físico. Según MSCI, se estima que la productividad puede disminuir hasta un 20 % durante las olas de calor severas, lo que no solo afecta a la eficiencia operativa, sino que también puede dar lugar a conflictos laborales y a un aumento del absentismo por problemas de salud. Por ejemplo, durante la ola de calor sin precedentes que asoló Europa en 2022, varias empresas de logística y transporte se vieron obligadas a interrumpir sus operaciones por motivos de seguridad, lo que provocó importantes retrasos en la cadena de suministro.
Un ejemplo lo encontramos en el sector del transporte marítimo, donde Maersk ha aplicado medidas para mitigar los efectos del cambio climático. La empresa ha empezado a vigilar las condiciones meteorológicas en tiempo real, lo que permite una mejor gestión de las operaciones y una respuesta más rápida a los fenómenos adversos.
El impacto también se deja sentir en los costes de transporte y almacenamiento. Un ejemplo es DB Schenker, que ha empezado a invertir en almacenes con sistemas de refrigeración eficientes en regiones propensas al calor extremo. Esta adaptación tecnológica ayuda a proteger tanto las mercancías como a los trabajadores, promoviendo un entorno de trabajo más seguro y eficiente. El uso de sensores IoT para monitorizar las condiciones en tiempo real se ha convertido en algo habitual, ayudando a las empresas a planificar las operaciones en función de las condiciones meteorológicas previstas.
La agricultura y la producción de alimentos son otros sectores que afrontan importantes retos debido al cambio climático. Los fenómenos extremos, como sequías e inundaciones, ponen en peligro las cosechas e interrumpen las cadenas de suministro.
Los cambios en el régimen de lluvias y el aumento de las temperaturas afectan directamente a la producción agrícola. Las graves sequías e inundaciones han reducido las cosechas de alimentos básicos como la soja y el trigo.
Además, la complejidad de las cadenas mundiales de suministro de alimentos dificulta la trazabilidad del origen de los materiales, algo cada vez más importante a medida que se aplican nuevas normativas para reducir la deforestación y promover la sostenibilidad.
La industria agrícola está adoptando la tecnología para mitigar estos riesgos. Un ejemplo es el uso de la vigilancia por satélite para seguir la salud de los cultivos y predecir fenómenos meteorológicos. Algunas empresas ya ofrecen herramientas que ayudan a los agricultores a tomar decisiones informadas sobre la gestión de sus tierras, utilizando datos meteorológicos en tiempo real para ajustar las prácticas agrícolas. Estas innovaciones no sólo contribuyen a aumentar la resistencia, sino también a cumplir una normativa cada vez más estricta.
Los riesgos físicos son los relacionados con los daños infligidos a las infraestructuras y otros activos, como fábricas y operaciones de la cadena de suministro, por el aumento de la frecuencia e intensidad de fenómenos meteorológicos extremos, como incendios forestales, inundaciones ohuracanes3.
Un artículo de McKinsey analiza cómo se adaptan las empresas al cambio climático. El documento analiza cómo los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, afectan directamente a los resultados empresariales. McKinsey sugiere que la modelización climática y la previsión de escenarios pueden ayudar a las empresas a identificar sus vulnerabilidades regionales y sectoriales, permitiendo ajustes en la cadena de suministro y medidas de mitigación.
Como los riesgos climáticos físicos siguen aumentando, es imperativo que las industrias adopten un enfoque proactivo para gestionar sus activos de forma sostenible.
1. Reforzar la resiliencia con infraestructuras adaptables
Uno de los pasos más importantes que pueden dar las empresas es invertir en infraestructuras adaptables. Éstas están diseñadas para resistir fenómenos meteorológicos severos, reduciendo la vulnerabilidad a los daños. Sustainalytics indica que invertir en infraestructuras resilientes puede suponer una reducción de hasta el 30% de los costes operativos a largo plazo, debido a la reducción de la frecuencia y gravedad de los daños causados por catástrofes naturales.
Algunos ejemplos:
2. Utilizar la tecnología para una gestión eficaz de los riesgos
La tecnología es un poderoso aliado en la gestión del riesgo climático. La integración de herramientas como la inteligencia artificial (IA) y el Internet de las Cosas (IoT) en la gestión de activos puede proporcionar datos en tiempo real y análisis predictivos, lo que permite a las empresas anticiparse a posibles crisis climáticas.
Algunos ejemplos:
3. Invertir en soluciones basadas en la naturaleza4
Además de las infraestructuras físicas, las empresas pueden reducir su exposición a los riesgos climáticos invirtiendo en soluciones basadas en la naturaleza. Estas iniciativas, que incluyen reforestación y restauración de ecosistemas; agricultura regenerativa; restauración de cuencas hidrográficas; sistemas alternativos de gestión del agua de lluvia; plantaciones urbanas; corredores ecológicos, entre otras, no solo protegen frente a fenómenos meteorológicos extremos, sino que también fomentan la biodiversidad y mejoran la calidad del suelo y del agua.
La creciente amenaza de los riesgos climáticos físicos exige una respuesta urgente y bien planificada por parte de las empresas. La forma en que se gestionan los activos necesita un enfoque sostenible y resistente que minimice los efectos negativos del cambio climático. Invertir en infraestructuras adaptables, utilizar tecnologías avanzadas y aplicar soluciones basadas en la naturaleza son pasos cruciales que las empresas deben dar para proteger sus inversiones y garantizar un futuro sostenible.
El compromiso con las prácticas de gestión sostenible no es sólo una responsabilidad social, sino una estrategia inteligente que puede suponer una ventaja competitiva en el mercado. A medida que los inversores y los consumidores adquieren mayor conciencia de las cuestiones climáticas, las empresas que demuestren liderazgo y responsabilidad en relación con la sostenibilidad desempeñarán un papel crucial en el futuro.
Por tanto, las empresas no sólo deben responder a los riesgos climáticos, sino también predicar con el ejemplo, promoviendo un modelo de negocio que no sólo respete el medio ambiente, sino que también sea económicamente viable a largo plazo.