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El Foro Económico Mundial acaba de publicar su esperado Informe sobre Riesgos Mundiales 2025, o Global Risks Perception Survey (GRPS) en su idioma original, que ofrece una perspectiva completa de los retos a los que se enfrentará el mundo en los próximos años. Basándose en las percepciones de más de 900 expertos de todo el mundo, el estudio destaca los riesgos más acuciantes a los que nos enfrentamos, clasificándolos en horizontes temporales a corto (2025), medio (hasta 2027) y largo plazo (hasta 2035 ). El informe dibuja el preocupante panorama de un futuro marcado por crecientes tensiones geopolíticas, fragmentación social y riesgos medioambientales cada vez más acuciantes.

Un futuro incierto

En 2025, el panorama mundial parece cada vez más fracturado en varios frentes. El informe destaca un descenso del optimismo, ya que la mayoría de los encuestados (52%) prevé un escenario mundial inestable en los próximos dos años (Figura A). Y lo que es aún más preocupante, el 62% de los encuestados espera tiempos turbulentos o tormentosos en una perspectiva de 10 años, lo que refleja escepticismo sobre la capacidad de las instituciones actuales para gestionar los riesgos emergentes.

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Estas sombrías perspectivas reflejan un mundo que ha sido testigo de la expansión y la escalada de conflictos, una multitud de fenómenos meteorológicos extremos amplificados por el cambio climático, una polarización social y política generalizada y avances tecnológicos que facilitan la propagación de la desinformación.

Escalada de conflictos geopolíticos y geoeconómicos

Uno de los aspectos más alarmantes del informe es la escalada de las tensiones geopolíticas. El 23% de los encuestados considera que el principal riesgo actual son los conflictos armados entre Estados (Figura B), un riesgo que ni siquiera figuraba entre los principales riesgos del informe hace dos años. Este cambio drástico refleja un mundo que ha visto aumentar el número de conflictos armados en la última década, en el que las consideraciones de seguridad nacional dominan cada vez más las agendas de los gobiernos.

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El informe advierte del peligro creciente del unilateralismo en las consideraciones de seguridad nacional y destaca el empeoramiento de las repercusiones humanitarias de los conflictos en curso. Las consecuencias desestabilizadoras de la invasión rusa de Ucrania, así como los conflictos en Oriente Medio y Sudán, se señalan como factores que amplifican las preocupaciones de los encuestados más allá de 2025. Estas situaciones generan efectos humanitarios devastadores, además de afectar al suministro mundial de recursos energéticos y alimentarios.

Las tensiones geoeconómicas se manifiestan a través de sanciones económicas, disputas comerciales y un resurgimiento del proteccionismo. Las cadenas de suministro se ven afectadas, los costes de producción aumentan y la volatilidad de los mercados financieros se acentúa, y la ausencia de cooperación internacional podría agravar aún más los retos económicos y sociales.

Un mundo fragmentado

Las fracturas sociales se identifican como centrales en el panorama general de los riesgos. La desigualdad (de riqueza e ingresos) está aumentando en todo el mundo, impulsada por factores como la inflación persistente, la crisis inmobiliaria y la inseguridad laboral; se percibe como el riesgo más central de todos (Figura D), ya que desempeña un papel significativo tanto en el desencadenamiento como en la influencia de otros riesgos. Contribuye al debilitamiento de la confianza y a la disminución de nuestro sentido colectivo de los valores compartidos.

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En los países desarrollados, la crisis del coste de la vida ha provocado un aumento de la presión sobre los servicios públicos y una reducción del poder adquisitivo de la clase media. En los países en desarrollo, la falta de acceso a recursos básicos como el agua y la energía sigue siendo un problema crítico.

Otros riesgos sociales, como la polarización social, la migración o el desplazamiento involuntarios y la erosión de los derechos humanos y/o las libertades civiles, también figuran entre los 10 principales riesgos bienales. Este énfasis en los riesgos sociales sugiere que la estabilidad social será frágil en los próximos dos años.

Crisis climática: Un riesgo sistémico

Los impactos de los riesgos medioambientales han empeorado en intensidad y frecuencia desde el lanzamiento del Informe. Las perspectivas de los riesgos medioambientales para la próxima década son alarmantes, ya que se prevé que todos los riesgos de la encuesta empeoren en gravedad desde el horizonte de dos a diez años.

Se prevé quelos fenómenos meteorológicos extremos sean una preocupación aún mayor que en la actualidad, ocupando el primer lugar en la lista de riesgos a 10 años por segundo año consecutivo. La pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas ocupan el segundo lugar en el horizonte de 10 años, con un deterioro significativo en comparación con su clasificación de dos años, amenazando la seguridad alimentaria y la salud humana.

De hecho, el aumento de la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, como olas de calor, inundaciones y huracanes, ha causado importantes daños a las infraestructuras, las economías y las comunidades.

Además de las catástrofes naturales, la transición a una economía baja en carbono conlleva retos financieros y sociales. Los costes de la descarbonización pueden exacerbar las desigualdades, presionando a las economías dependientes de los combustibles fósiles. La falta de inversión en energías renovables e infraestructuras sostenibles agrava el problema, por lo que la colaboración mundial es esencial para mitigar estos impactos.

El informe también advierte del riesgo de "lavado verde", en el que empresas y gobiernos promueven iniciativas medioambientales sin un compromiso real con la sostenibilidad. Esto puede minar la confianza pública y ralentizar los avances necesarios para mitigar el cambio climático.

Desinformación y riesgos tecnológicos

La desinformación ha surgido como uno de los principales retos para la estabilidad social y política, convirtiéndose en el principal riesgo en 2027 (Figura C) por segundo año consecutivo. El uso de la IA para crear y difundir información falsa está socavando la confianza en las instituciones y profundizando la polarización. La IA generativa, en particular, permite la creación de deepfakes y campañas de manipulación que dificultan la distinción entre realidad y ficción.

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Los riesgos tecnológicos no se limitan a la desinformación. Cuestiones como la ciberseguridad, la dependencia crítica de los sistemas digitales y la falta de una regulación eficaz de las nuevas tecnologías plantean serios desafíos. Un ciberataque contra infraestructuras esenciales, como las redes eléctricas o los sistemas financieros, podría tener consecuencias catastróficas.

El informe también señala la creciente amenaza de la ciberdelincuencia, con ataques de ransomware cada vez más sofisticados que afectan tanto a empresas como a gobiernos. La necesidad de una normativa sólida y de cooperación internacional para mitigar estas amenazas es cada vez más urgente.

Necesidad de acciones colectivas

El informe concluye con un llamamiento urgente a la acción. La profundización de las divisiones y el aumento de la fragmentación están remodelando las relaciones internacionales y cuestionando si las estructuras existentes están equipadas para afrontar colectivamente los retos a los que nos enfrentamos.

Los niveles de cooperación mundial en muchos ámbitos de la geopolítica y las cuestiones humanitarias, las relaciones económicas y los retos medioambientales, sociales y tecnológicos pueden alcanzar nuevos mínimos en los próximos años. Los países clave parecen estar replegándose sobre sí mismos, centrándose en sus crecientes preocupaciones económicas o sociales internas, precisamente cuando deberían tratar de reforzar los lazos multilaterales para hacer frente a los retos compartidos.

La próxima década será crucial, ya que los líderes se enfrentan a riesgos mundiales cada vez más complejos. Para evitar una espiral descendente en la que los ciudadanos de todo el mundo estén peor que antes, no queda más remedio que encontrar vías de diálogo y colaboración.

Por ello, el Informe sobre Riesgos Mundiales 2025 refuerza la importancia de la colaboración entre gobiernos, empresas y sociedad civil para hacer frente a los retos interconectados que amenazan la estabilidad mundial.

Algunas de las medidas recomendadas son

  • Diplomacia y cooperación internacional para reducir las tensiones geopolíticas y geoeconómicas;
  • Acelerar la transición energética con inversiones en tecnologías sostenibles;
  • Reforzar la regulación tecnológica para mitigar los riesgos de la IA y la ciberseguridad;
  • Refuerzo de las políticas de lucha contra la desinformación, promoviendo la alfabetización digital;
  • Creación de mecanismos de respuesta a las crisis medioambientales para mitigar los impactos climáticos;
  • Políticas para reducir las desigualdades socioeconómicas promoviendo el acceso a la educación y la sanidad.

Sin una acción decisiva, las vulnerabilidades seguirán aumentando, poniendo en peligro los avances económicos y sociales logrados hasta ahora.

Conclusión

El Informe sobre los Riesgos Mundiales 2025 constituye una llamada de atención crucial para los dirigentes, los responsables políticos y los ciudadanos de todo el mundo. Presenta un futuro lleno de retos, pero también ofrece la oportunidad de actuar ahora para mitigar estos riesgos.

Mientras navegamos por este terreno incierto, es imperativo que las naciones, las organizaciones y los individuos trabajen juntos para hacer frente a estas amenazas globales. La cooperación internacional, las políticas innovadoras y el compromiso con la sostenibilidad y la equidad serán claves para configurar un futuro más seguro y próspero para todos.

El informe no es sólo una advertencia, sino una llamada a la acción. Depende de nosotros, como comunidad global, responder a esta llamada y trabajar sin descanso para construir un mundo más resiliente, equitativo y sostenible. El momento de actuar es ahora, antes de que sea demasiado tarde.

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